viernes, 12 de agosto de 2011

Acerca de mí



Hija de albañil, siempre gozaba observando cómo éste cortaba sigilosamente los azulejos que luego encajaban en cocina, baño o cual fuera la estancia que le encargaran alicatar.

Él, consciente de mi admiración, me explicaba conforme construía mi futura casita de muñecas: “Éstos van a matajuntas, como antiguamente”. Y yo, asombrada, contemplaba cómo depositaba el azulejo sobre las mitades de sus inferiores, para luego someterse él a dos superiores.

Pero no terminaba aquí mi admiración por la unión de tan solemnes hermanos, sino que aumentaba cuando éstos se vestían de gala, cada vez que mi madre reafirmaba su contínua unión aplicando “blanconevi”, y éstos resplandecían, agradecidos por tan atentos mimos.

Copiosamente, yo intentaba dejar relucientes los de mi ficticio orfanato de barriguitas, pero inconscientemente los descuidé conforme yo me iba haciendo mayor, y éstos se marchitaban hasta el punto de ser demolidos por su constructor el día que decidió ampliar el patio. Algo que sin embargo quedaría sólo en proyecto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario